San Francisco, un panteón fallido
El convento de San Francisco da nombre a una de las más populares plazas de la villa de Cuéllar, que preside desde el siglo XIII. De lugar de enterramiento de nobles castellanos pasó a ser, después de su desamortización, una vulgar fábrica de harina. En la actualidad, hay una pequeña parte rehabilitada que el Ayuntamiento de Cuéllar destina a usos culturales.
Se conserva en pie su iglesia, sin cubierta, así como las capillas laterales y la sacristía que son propiedad del Ayuntamiento de Cuéllar, quien los utiliza con fines culturales. Además, se conservan parte de las dependencias de la zona conventual, como el claustro, que son propiedad privada. Poco a poco, parecen irse recuperando parte de sus dependencias.
La triste historia de este convento es quizás, además de bastante desconocida, una de las más penosas de nuestra provincia desde su primera referencia, en 1247.
Se sabe que, en el siglo XV, fue concebido como panteón ducal por Beltrán de la Cueva, primer duque de Alburquerque, como lugar de reposo para sus tres esposas, su hermano y el mismo. La Historia, sin embargo, impidió que los deseos del duque se cumplieran. En 1736 ya amenazaba ruina y la comunidad se vio obligada a abandonarlo hasta el 1739, cuando se rehabilitó. En 1773 se inundó a causa de una riada; en 1809 fue saqueado durante la guerra de la Independencia y sobrevivió con penurias hasta la exclaustración definitiva en 1835. Después vivió un largo período de abandono, hasta que se restauró la iglesia, que fue inagurada en 1856, si bien en 1871 posiblemente ya volvía a estar cerrada. Fue fábrica de harina y la guerra civil acabó con él al ser incendiado.